Tenemos dos ojos y una boca para
observar el doble de lo que hablamos.
Abriendo los ojos desde el
corazón se entienden
y se descubren más
cosas que abriendo la boca.
Decía Sócrates que:
el arte de contemplar es la
virtud de preguntarnos el porqué de las cosas.
Los ojos sinceros no necesitan
subtítulos,
porque la mirada es el reflejo de
nuestro mundo emocional.
Si los ojos tienen esa capacidad
“mágica”, aprendamos con los ojos bien abiertos.
Y al abrir la boca seleccionemos cada una de las palabras.
Besos en cada mejilla, Marga.
El alma que hablar puede con los
ojos, también puede besar con la mirada.
Gustavo Adolfo Bécquer
Gustavo Adolfo Bécquer
2 comentarios:
Feliz de este reencuentro y comprobar que sigue intacta tu poder de contemplación de ésta vida que pasa, entre las letras
Saludos
Son perfectas tus palabras, un gusto leerte
Carolina
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