Los recuerdos,
diluidos y
demacrados por el tiempo,
salen a mi
encuentro.
Lo hacen sin
aviso,
para
aprovechar las ventajas
del efecto
sorpresa,
ocultos en
algún oscuro
rincón del
alma.
Cuando
deciden aparecer,
resultan
molestos...
gimen,
claman,
amenazan, ríen, lloran,
llevan cadenas
oxidadas,
se ostentan y
palpitan.
Son apariciones, impresionables...
Determinados recuerdos dan
una palmada en
la espalda,
y señalan la
puerta de salida.
Otros... los
confundidos,
caminan dando
vueltas,
desafiando el
óxido de las cadenas...
Algunos...
justo antes
de salir,
vuelven la
vista,
con gesto
triste,
pero ya
dóciles,
tenues y
volátiles.
Marga®
Marga
Seoane
© Todos los derechos
reservados
Aun si digo
sol y luna y estrella me refiero
a cosas que
me suceden.
¿Y qué deseaba
yo?
Deseaba un
silencio perfecto.
Por eso
hablo.
Alejandra
Pizarnik
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